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Mostrando entradas de marzo, 2020

La historia de mi máquina de escribir

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La historia de mi máquina de escribir es un libro escrito por Paul Auster, con ilustraciones de Sam Messer, publicado en español en 2002. Cuenta la historia de ese objeto entrañable para un escritor: una máquina de escribir Olympia y la resistencia hacia las nuevas tecnologías. Son los años 70 y el escritor narra la importancia de esa máquina que lo acompaña en su tarea cotidiana y su vínculo con ella. Es un libro pequeño y hermoso, muy íntimo y sincero, casi como si fuera un diario íntimo. Eduardo Aliverti habla sobre el libro LA HISTORIA DE MI MÁQUINA DE ESCRIBIR, de Paul Auster y lee algunos fragmentos. http://www.radionacional.com.ar/la-historia-de-mi-maquina-de-escribir-de-paul-auster/

Los objetos

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Con la enfermedad aparecieron en escena objetos desconocidos. El médico que atendía a mi mamá sugirió hacer una internación domiciliaria. La parte de arriba de la casa de mis padres, un gran escritorio lleno de libros, se convirtió en poquísimo tiempo en una habitación de hospital. En donde había un sillón hubo una cama ortopédica, la mesita de la computadora se llenó de remedios. Aparecieron un nebulizador y un enorme aparato que suministraba oxígeno. Después de la primera sesión de quimioterapia, por razones que nunca se pudieron aclarar, mi mamá no pudo caminar más. Perdió la fuerza en las piernas. Y llegó entonces la silla de ruedas. La que se animó a alquilarla fue su amiga Anina. Hasta ese momento llevábamos a mi mamá al baño en una silla de oficina, imaginábamos –pero sobre todo queríamos- que eso que le pasaba fuera un mal temporal. Pero no. Anina vino una mañana y le trajo una chata y una silla de ruedas alquilada. Eran elementos que facilitaban algunos actos cotidia

Sombreros

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Nunca supe de mi afición por los sombreros hasta que di con esta foto. La única que tengo en brazos de mi madre. Ella lucía tan elegante y hermosa oficiando de madrina en la boda de su hermano. Y yo, ya por entonces, tratando de percibir el mundo, de aprehenderlo. Pura atención en brazos de mi madre. Las dos, mi madre y yo, desvanecidas en el tiempo. Mi madre, pura ausencia en el recuerdo. Y la niña que fui refugiada por siempre en algún fragmento del sueño o del poema.

La niña feroz

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Microrrelato hiperbreve publicado en la antología "1001 CUENTOS DE UNA LÍNEA", Ed. Thule, España.

Recuerdo

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Gigi Reinoso Salir a caminar.  Tengo un poco más de un año. Estoy con mi mamá que está embarazada de mi hermano. Estamos en el frente de la casa, tal vez salíamos a pasear o solo a mirar la calle, costumbre que siempre tuvimos. Vivimos sobre una avenida, así que salir a mirar pasar los autos y la gente, charlar con los vecinos yendo o volviendo de las compras, siempre ha sido una forma simple de entretenimiento. La casa tiene un jardín en el frente, con un par de enanos encargados de cuidar las flores que la abuela o la bisabuela italiana siembran según la estación. Mi mamá es una mujer hermosa, tiene en este momento treinta y un años, igual que mi papá. Se casaron hace ya diez años, a los veintiuno, y en las fotos del casamiento, que también son hermosas, parecen salidos de una canción de Los Beatles. Yo siempre les he preguntado dónde estaba yo y porqué no salía en la foto y siempre me han respondido lo mismo: “ ¿Ves el cielo? Bueno, vos andabas volando por ahí.” Pero aqu

Aquella perfecta felicidad

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Ildiko Nassr Tengo tres años. Estamos en una ciudad desconocida, podría ser Madrid o Miscolc o cualquier ciudad europea. Estamos mi mamá, mi abuela y yo. Me gustan mis zapatitos y mi vestido muy corto. Estoy feliz porque me dejan correr por esas callecitas de piedra: todo es tan diferente a casa. Allá no me permiten correr y paso muchas horas en consultorios médicos. Extraño la casa de Río Blanco. Extraño a los perros y a los caballos. Extraño a mis hermanos y a papá. Soy tan feliz corriendo que solo puedo sentir el viento en la cara y las sonrisas de esas dos mujeres que, entonces, son mi mundo. Quisiera retener este momento para siempre. Pero tropiezo y caigo y la sangre cae desde mis rodillas y ensucia mis medias y mis zapatos. Entiendo la culpa católica que te hace pagar esos momentos de felicidad con padecimiento. Tengo tres años y me doy cuenta de que la vida no es fácil. Pero el abrazo de esas mujeres poderosas me cobija y borra todos los pesares. Disfruto de ese moment

Remembranza

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Fabiana Llapur  Tres añitos apenas, y sin embargo se acordaba muy bien de esa tarde fría en el parque frente a su casa. Apenas comenzaba y ella ya sabía que él sería por siempre el hombre de su vida, que mientras le sostuviera la mano en la suya, seca, huesuda, el dolor sería solo un raspón en la rodilla, y el miedo un mal sueño que se disuelve con una palabra. Entendía que cualquier intento tendría sentido si le sacaba una sonrisa. Pero no se daba cuenta cuánto de su mundo desaparecería el día que su mirada se apagara.

Detalle

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Graciela Chávez       Finalmente esas fotos llegaron a sus manos, su madre las había guardado celosamente por muchos años creyéndolas valiosas. Esa fiesta de quince había sido para Mariana algo indeseado, se sintió obligada a ser parte porque estaba en el deseo y mandato de los mayores. Esas fotos guardaban los complejos de una adolescente sin autoestima   e imágenes   de   personas ajenas a sus sentimientos. También de algunos   que contribuyeron a   dejar marcas   dolorosas en su memoria de niña.   Casi como en un exorcismo tomó las fotos y una a una cortó de ellas su rostro.   Sólo conservó la foto donde estaba con sus padres y hermanos y en ella pegó cada uno de los recortes, quedó como un collage. Su rostro lo   veía bello, no como entonces.   Sintió un alivio que le recorrió todo el cuerpo. Al final Mariana sólo precisaba eso para ser feliz a sus quince años, una familia que la amara como era, que la hiciera sentir valiosa, especial, segura. Afortunadamente   logró se

Cavilaciones nocturnas

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María Rosa Caballero  Una foto trasnochada de dos niños dormidos plácidamente en mitad de la noche, conmueve su desvelo al igual que entonces. Son sus hijos. No siempre en la infancia se alcanza esa plácida inocencia, a veces ésta, disimula tremendas pesadillas que presagian futuros inciertos o escalofriante pesares. La foto paraliza el tiempo y le permite volver a vivir aquel instante capturado para siempre. Tal su paradojal relatividad. Sí, los niños duermen y su vientre se mueve, se deforma, una patita lo estira, la otra lo encoge. Se contrae toda. Late la vida en su interior, mientras su corazón golpea con furia y la oprime. El corazón está en el estómago o el estomago en el corazón? Siente náuseas.  Los niños duermen con inocente placidez frente a su largo desvelo. El no está , ella lo busca. Los otros ojos son pequeños,   se juntan en el entrecejo en una expresión maligna , de mirada torcida   al igual que la mueca de su boca. Ella lo busca pero... él, dónde

Leer a Olga Orozco

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Ciclo de lecturas GRANDES MAESTROS DE LA LITERATURA Ciclo coordinado por Ildiko Nassr --------------------------------------------------------------------------------- Quedate en casa leyendo -------------------------------------------------------------------------------- El ciclo de lecturas En otras circunstancias, estaríamos invitando a leer en el Centro Cultural “Héctor Tizón”. Hoy te invitamos a quedarte en tu casa, a que leas en tu casa. En el ciclo de lecturas, leemos algunos textos y los comentamos. Hablamos un poco de la vida y de la obra del escritor y por qué es considerado un “gran maestro de la literatura”. Hay muchas cosas que se pierden en el medio virtual. Pero te acercamos algunas propuestas de lectura. Este ciclo tiene como objetivo principal servir de nexo entre la literatura y los lectores. No es necesario ser un gran lector. Empezamos desde lo más simple: leemos con placer y siempre nos quedamos con ganas de seguir leyendo. Te invitamos a experime

Cinco poemas para conocer a Olga Orozco

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Olga Orozco, poeta argentina Con esta boca, en este mundo No te pronunciaré jamás, verbo sagrado, aunque me tiña las encías de color azul, aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro, aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos. Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma, ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara, y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral, ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta dura nieve donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento. Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras. Hemos hablado demasiado del silencio, lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final, como si en él yaciera el esplendor después de la caída, el triunfo del vocablo con la lengua cortada. ¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo! He dicho ya lo amado y lo perdido, trabé con cada sílaba los b

Celebración de lo invisible

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Sonia Scarabelli  I  En el tejido precioso de la tarde  liso cielo esmaltado,  cantan los pájaros. Puntos sonoros  discurren otro espacio  en que el tiempo se amplía  hacia sus fines.  Todo es transcurso, ahora,  de canto abigarrado, celeridad de música  que sujeta las horas.  Un vuelo de campanas  cela el frágil imperio: sólo de oír  es plena esta sustancia. Queda el alma suspensa  como en lo más propio  de su reino...  Pronto vendrá la noce.   Poema publicado en el libro CELEBRACIÓN DE LO INVISIBLE, de Sonia Scarabelli. Editorial Municipal de Rosario, Rosario, Argentina, 2003 Podés ver más en: http://www.emr-rosario.gob.ar/libro/celebracion-de-lo-invisible/

Soy lo que leo

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Biografía lectora  Sandra Oviedo  Fotografía de Alfredo Ureta  En una cálida tarde de septiembre me dedico a repensar ¿cuál ha sido mi recorrido lector?, mi biografía lectora? mi camino lector? Y, en la seguridad de ya haberlo hecho antes, no me resulta tan atractivo volver a escribir, por ejemplo, que cuando era chica, vivía en el campo y tenía muy poco acceso a libros de literatura y que de a poco fui descubriendo algunos títulos en el estante de una amiga que tenía una hermosa biblioteca. Sin embargo, desde siempre me había atraído la curiosidad por lo escrito y andaba, por ahí, robándole tiempo a los juegos para entretenerme con la lectura de un libro viejo, de páginas amarillas que contaban la historia de una muchachita huérfana, maltratada por su madrastra y sus medio hermanas y de cómo la magia y el encanto habían cambiado su vida y había sido feliz por siempre, comiendo una perdiz (!). Mis lecturas adolescentes rondaron entre los clásicos de aventuras juveni

SPEECH

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por Juan Quispe  Ella, no tiene brazos. Cuando era niña, mientras jugaba en el taller de carpintería de su padre, vio que su padre dejó encendido el torno. En su inocente mente, intentó apagarla. Pero su ropa se enganchó en el mismo e hizo que perdiera sus brazos. Toda la vida, se valió de una fuerza familiar e interior para enfrentar las miradas y prejuicios del otro. Pero su mayor rival era ella misma. Tenía muy pocos amigos en la vida real. Pero en las redes sociales tenía miles de amistades. Los likes y compartidos le sobraban. Pero algo sentía que no iba bien. Quería ser reconocida, pero en realidad le aterraba que la conocieran. En las redes sociales proyectaba un personaje súper completo y feliz, pero mientras eso pasaba, por dentro, se sacrificaba la personal real. Un día escribió en la redes sociales cuan mal se sentía. Sus redes sociales explotaron de mensajitos y caritas y emojis y ni hablar de compartidos. Pero sólo llegaron a verla y abrazarla, sus padres, sus he

Poema de Alejandra Pizarnik

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