La batidora literaria

Fernanda Salas participó del "Taller de bestiarios y microficción" coordinado por Ildiko Valeria Nassr en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales- Universidad Nacional de Salta - Mayo de 2013 1. Tengo la solución para este problema_ dijo. Y le entrego un revolver.  2.  Sentada en la escalera espera una llegada. Ve pasar las horas, la gente, la calle, los edificios, los automóviles y nada. Ve pasar a los perros, a los gatos que se quedan lamiendo sus partes menos deseadas. Se muerde en la espera y ve pasar las nubes silenciosas, rosadas, los pájaros, los aviones. Ve pasar las agujas, más gente, más calle, las ambulancias, más perros que ahora le hablan, le preguntan ¿cómo estás?, las vacas que paren nubes blancas llenas de leche que ahora cae, cae sobre su cabeza y la moja a pesar del techo, a pesar de las paredes, a pesar de la fuerza que hace para no quedarse ahí, a pesar de la puerta que se cierra para confinarla. 3. ¿Quién lo

José Cantero Verni Ildiko quiero decirte que no soy ningún Atila, tan solo soy un poeta que desde lejos te admira. Que en silencio, sin que sepas por tu mirada suspira, por esos ojos, tus ojos, que sin palabras me hechizan. Tu nombre es todo un romance  que al pronunciarlo cautiva,  seis letras que van pintando  de sueños el alma mía.  Ildiko quiero decirte  en estas sentidas rimas,  que al verte mi corazón  es una brasa encendida.  Soy tan solo ese poeta  que en estos versos se anima,  a escribir en los renglones  el sentir de esta poesía.     Tu nombre es todo un romance         que al pronunciarlo cautiva,         seis letras que van pintando         de sueños el alma mía.

Textos producidos en el marco del "Taller de bestiarios y microficción" coordinado por Ildiko Valeria Nassr en las Segundas Jornadas de Estudiantes de Letras -  Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales- Universidad Nacional de Jujuy -Viernes 25 de octubre de 2013  La metamorfosis Sobre el papel estaba una mosca. La espantaba y volvía. No me dejaba escribir. Obstinada, apareció flanqueada por dos nuevas compañeras. ¡Pero qué testarudas eran, parecían animadas por el deseo de provocar! ¡Cómo anhelaba destruirlas, sabían muy bien que las aborrecía! Pero no podía. De pronto, salieron disparadas. Tan contento me encontraba que miré hacia el cielo en señal de agradecimiento: la planta de un zapato se acercaba. Un tanto feroz Un lobo, enojado, llamó a la empresa telefónica reclamando por el mal funcionamiento del servicio. Una voz dulce y juvenil de mujer lo atendió, pero sin darle una solución. El lobo, más enojado aún, le dijo que esperaba que no tuviera abuelita.