LAVANDERAS DEL RÍO CHICO


Delia Murguiondo


Brilla el agua
entre las piedras
como el filo de una espada
y tiene
la tarde nueva
el candor de una muchacha.

La ciudad
que está tendida
sobre la paz de sus calles
muestra
más lejos del río
como un centinela, el Chañi.

Desde el barrio
suburbano
salen cincuenta mujeres,
y son
cincuenta esperanzas
que en los caminos se pierden.

En dirección
a la playa
con su atado a la cabeza
se encaminan
con resuelta
y afanosa diligencia.

Presto llegan
y se inclinan
ya desatan y este empeño
parecen forjar
un canto
de recios brazos morenos.

Cuánto placer da
mirarlas
la mano friega que friega
los mansos ojos
perdidos
y el alma sueña que sueña.

Luego alzarse
y presurosas
tender las ropas al sol
mientras llora
cada prenda
su lágrima de jabón.

Qué escena
maravillosa
desde el paredón contemplo:
las lavanderas…
el río…
la playa blanca de lienzos.

Y allá
Subiendo a las nubes
el contorno de una cometa
que a empuje
alegre del viento
como ave revolotea.

Lavanderas
del Río Chico
modesta estirpe jujeña
sois un broche
de esmeraldas
en el traje de mi tierra.

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