Germán Walter “Churqui” Choquevilca (1940-1987) es un poeta nacido en Tilcara, que nos acerca a las gestas del Viltipoco, que nos acerca a nuestras raíces andinas, sin dejar de lado la cosmovisión cosmopolita. Murió a los 46 años el 21 de diciembre de1987, el día de Kapac Raymi , en donde se adora al sol que trae el verano y la vida. Murió, dicen, de mezcla: vino y penas mal curadas. Dejó su rastro en quienes lo conocieron. Miles de anécdotas se cuentan sobre él. Exploró el género lírico, en sus diferentes subgéneros. Pasó del soneto a la copla, de la copla al romance. Es imposible quedar inmune a la belleza de sus palabras 1. El Río Grande es un río que atraviesa la provincia de Jujuy. Cuenta la leyenda que, si se toma agua de su cauce, el visitante volverá a Jujuy. RÍO GRANDE Parecías cansado de venir de tan lejos, infinito de barro, maduro de distancias, rota tu mansedumbre por muros y defen...
Por Jorge Aliaga Cacho Jorge Aliaga Cacho El año 2011 se cumplieron cien años del nacimiento del gran escritor peruano, José María Arguedas. Los estudiosos de su obra analizan, la contribución literaria y el pensamiento crítico que el escritor hiciera de la sociedad peruana y que nos dejara como legado. Con el ánimo de contribuir a este estudio, les presento este ensayo que se concibió originalmente en el idioma inglés. En él analizó los textos de "Los ríos profundos para identificar la contradicción en los valores, de los opresores y los oprimidos, registrados en la novela escrita por el autor andahuaylino. José María Arguedas nació en 1911, en Andahuaylas, una región de los andes centrales del Perú. “Los ríos profundos” se publicó en 1958 y es una de las obras más aclamadas de la literatura indigenista. ‘La literatura indigenista no puede darnos una versión rigurosamente verista del indio. Tiene que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su pr...
Nélida Cañas Él estaba sentado de espaldas a la ventana. Ella venía de atravesar un campo lleno de ratas. Le dijo que no encontraban la forma de exterminarlas. Que había soñado o imaginado, quién sabe, que una mujer las mataba con un hacha. Él le pidió que le dejara su cuaderno de notas. Ella le quitó unas hojitas sueltas y unas flores secas y se lo dejó. No había escrito ni una palabra del tormento que había vivido para atravesar ese campo.
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