En sesión

 

Nélida Cañas





Él estaba sentado de espaldas a la ventana. Ella venía de atravesar un campo lleno de ratas. Le dijo que no encontraban la forma de exterminarlas. Que había soñado o imaginado, quién sabe, que una mujer las mataba con un hacha. Él le pidió que le dejara su cuaderno de notas. Ella le quitó unas hojitas sueltas y unas flores secas y se lo dejó. No había escrito ni una palabra del tormento que había vivido para atravesar ese campo.



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