Amistad

Ricardo Bugarín


Cierto día Tarzán (al que llamábamos Bob) nos vino con la noticia de que habríamos de ser reconocidos. A pesar del cariño que le teníamos, no creímos que eso pudiera ser posible. La popularidad es algo muy afín a los intereses humanos y, verdaderamente, la popularidad no figura entre nuestras necesidades básicas. El generoso verde, la frescura de las aguas, la limpidez del aire, nos son más que suficiente. Sabedores que nuestra falta de interés por las novedades no le ofendían, nuestra convivencia continuó los carriles normales. Llegado el momento del contrato, sólo Tarzán aceptó firmarlo. Nosotros lo acompañaríamos como simples extras y nos conformaríamos con su felicidad notoria. Algo dolido en la ternura de la amistad, aceptó con sinceridad nuestro conformismo y nuestro anonimato. Ahora está tan atareado que, de vez en vez, lo encontramos por la selva pero siempre estamos muy conectados con el chat o el e-mail por internet. Intercambiamos noticias, nos enviamos fotos y todas esas cosas que hacen que la amistad se fortalezca y cultive, aún, en la distancia. Sabemos que esa selva que muestra el cine es de utilería y que los animales que actúan son todos alquilados pero, nos divierte, en vedad nos divierten las simulaciones que se inventa el hombre para matar el ocio. Cuando disponemos de tiempo, también nosotros, nos humanizamos. Un poquito.

Microrrelato  publicado en el libro “BENIGNAS INSANÍAS”. Ediciones Sherezade, Santiago de Chile, 2016.



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