Microrrelatos del Noroeste Argentino

El libro, editado por el Fondo Editorial de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, reúne microrrelatos de 24 escritores del NOA ((Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero y La Rioja).
La mayor parte de los textos eran inéditos.
Va una pequeña muestra:



SECRETO
de Nélida Cañas 
En la capilla de Santa Ana los ángeles de Soldi llevan vestiduras de una conmovedora transparencia. Los he visto pasear su albura por las calles del pueblo. Algunos se atreven a más y dejan su aura colgada de los árboles para ponerse a jugar entre los niños. A la hora del ángelus recuperan el aura y regresan presurosos a sus sitios, en los muros del templo, para continuar con el relato. En el pueblo todos sabemos de estos escapes furtivos, pero guardamos el secreto.









TABLAS
de Antonio Cruz
La reina negra sucumbió al alfil blanco; un caballo negro atropelló a la blanca. Los reyes, ya viudos, firmaron la paz decretando tablas.






SIN HOJAS
de María Pía Danielsen
Llevaba demasiado tiempo intentando hacerlo bien. Nunca quedaba satisfecho. Analizaba concienzudamente todas las alternativas posibles: más colores, menos sombras, algo de viento, un poco
de agua, un matiz alegre, una pizca de gravedad. Cada etapa era evaluada implacablemente. Y jamás alcanzó sus pretensiones.
Sin ocultar su desencanto, lamentó profundamente su mala suerte.
El libro de su vida carecía de las hojas correspondientes a las instrucciones para su correcto armado.


SIN PALABRAS
de María Eugenia Godoy
Las palabras van adormeciéndose en la punta de los dedos, sin fuerza, se niegan a saltar sobre la línea desierta. Ha quedado vacía.
Demasiadas páginas quedarán en blanco. Tic tac tic tac. Tiempo.
Sólo tiempo.


JUNTOS
de Ildiko Nassr
Hemos llegado al punto de la relación en el que todo de ella me molesta: el modo en que aprieta el tubo de la pasta de dientes, su ropa interior en el baño, la manera en que abraza a los niños en el patio, sus carcajadas exageradas al tomarme como objeto de sus burlas…
Sin embargo, sigo atado a la rutina de vivir juntos. Juntos, bajo el mismo techo. Juntos, sin compartir nada, salvo la opresión que siento por su constante presencia. Juntos, gracias a un papel y unas
palabras que nos declaran juntos a perpetuidad. Juntos, como en una pena de cadena perpetua en la que estamos por el único crimen de haber creído que el amor iba a ser suficiente.


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