Algo, que ciertamente no se nombra/ con la palabra azar, rige estas cosas Jorge Luis Borges Me gusta pensar en los sucesos, aparentemente insignificantes, que toman por asalto nuestras vidas. En los pequeños actos que hacen la diferencia y tal vez nos acercan a lo sagrado. Se trata de estar dispuestos a recibir lo inesperado, como decir en voz alta: ¡Es para mí! , en el momento en que se sortea una flor, y recibirla. O escuchar un relato acerca de un hombrecito al que le decían escarabajo y encontrar ahí, salido de la nada, un pequeño escarabajo azul. O viajar invitada para hablar de literatura a una ciudad desconocida. Hacer unas pocas cuadras del lugar donde te alojas y dar con la librería que guarda entre sus estantes el ejemplar agotado del libro que buscabas. Tener entonces la íntima certeza de que el único motivo del viaje fue dar con ese libro. Imaginar la seda, el dibujo de hojas y flores y el exacto color del entramado que alguien, bajo otro cielo, imaginó ...